¡Otra vez! mi hijo a la dirección!

 

¡Otra vez Mariano en la dirección!

Mariano es un niño que parece tener un destino recurrente: la dirección. Hoy no ha sido una excepción, y la directora expresa con un suspiro ¡otra vez acá! La maestra, agotada de repetir constantemente las mismas cosas, se siente frustrada y sin herramientas para resolver el problema.

Esta vez, sin embargo, algo es diferente. Mariano, en lugar de mostrar su habitual expresión de molestia y enojo, tiene lágrimas en sus ojos y una sensación de impotencia palpable. Aunque está callado, se puede ver en su rostro la tensión contenida mientras espera el regaño.

¿Qué ha sucedido? Como siempre la misma respuesta, argumentando que le pegó a su compañero porque éste le ha dicho una “mala palabra”.

Esta vez, en lugar de reprenderlo la directora decide abordar la situación de manera diferente y pregunta qué significa esa “mala palabra” para él. Mariano se queda perplejo, nunca antes se había detenido a reflexionar sobre el poder de las palabras y cómo estas afectan sus emociones y sus reacciones.

La conversación da un giro inesperado, se vuelve introspectiva, explorando qué es una «mala palabra» y por qué tiene tanto impacto para él. La directora guía a Mariano a enfrentarse con ella, incluso la repiten en voz alta y conectan con la emoción,  a su vez compara con otras palabras a las cuales según el niño son palabras “lindas” o podría decirse “buenas”, para comprender como se siente ante una y ante otra, ¿Qué hay de diferente, que me genera una y que me genera la otra? En definitiva todas son solo es “una palabra”.

Finalmente, la directora llega a un acuerdo con Mariano, la próxima vez que escuche una palabra que le genere una sensación de desagrado va a respirar profundo y le expresará a su compañero que esa palabra duele.

Le recuerda que quien está sin recreo y en penitencia es él por su reacción y no su compañero por la “mala palabra” que ha expresado.

La conversación termina con una pequeña sonrisa de complicidad por parte de Mariano, quien parece sentirse aliviado por haber sido escuchado y comprendido.

 

Antes de regañar a tu hijo por su “reacción”, es importante entender qué palabra o que hecho en concreto a desencadenado su respuesta inmediata de una forma violenta.  Si pones en práctica este ejercicio ayudarás a tu hijo a no reaccionar de forma inconsciente sino a actuar responsablemente ante cada situación.

 

Soy Silvia Aguirre

mamá y docente.

 

 

 

Acompañante en Bienestar Docente y Familiar

Acompañante en Bioneuroemoción

Instructora en Capacitación mental y Resolución de Conflictos

Facilitadora del método que brinda la Escuela Índigo.

 

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