¿Por qué resulta tan desafiante motivar a tu hijo para que salga al aire libre, se conecte con la naturaleza y pase más tiempo en familia? ¿Alguna vez te lo has preguntado?
No se trata simplemente de decirle a tu hijo «ponle ganas» Existe un pequeño interruptor que, una vez apagado, no es fácil encender de nuevo.
Es surrealista esperar que de repente, como por arte de magia, nuestro hijo desarrolle el deseo de ir a la escuela, leer un libro, prestar más atención, pase más tiempo en familia o entable conversaciones más profundas.
¿Cómo lograr reconectar con esas “ganas”? Esto es posible cuando comprendes y aplicas en tu vida el poder de un instante. Cuando fui madre, entendí lo que significa un instante, estás con tu hijo jugando y de pronto, en un momento de distracción, miras para todos lados y ya no está. Es ese instante del que quiero hablarte; las ganas de tus hijos dependen de “ese instante”.
¿Qué haces tú como madre en cada instante de tu vida? En ese instante de distracción, ¿Cuántos instantes has perdido: Uno, dos, quizás 8, 10 12 años, 15?
Un instante es eso: un momento que pasa, y si no actúas en ese preciso momento, has perdido ese instante. La vida de tu hijo, y la tuya depende de lo que hagas en cada instante de tu vida.
Este instante es como un pequeño frasco que contiene el poder máximo, para lograr que tu hijo mejore su conducta, la relación con sus amigos, las notas de la escuela, y está súper concentrado. Es tan chiquito que parece que no vale nada, y la mayoría de madres lo pasan por alto, sin embargo, allí está todo el potencial concentrado para mejorar la conducta de tus hijos, aumentar su autoestima, sus ganas de aprender y hacer las cosas bien. Un INSTANTE tiene el poder de destruir o construir la vida de tu hijo y la tuya propia. ¿Lo sabías?
¿Qué puedes hacer para aprovechar ese instante? Te dejo aquí un ejercicio bien fácil de practicar:
Pedir un instante santo: Aprendí esto en un curso de milagros y lo apliqué literalmente en mis propios instantes. «Santo» significa un instante inocente, puro, limpio, sin contaminación de ningún tipo de pensamiento tóxico. Y así debería ser tu instante: santo. En este instante existen innumerables posibilidades, pero si en lugar de dejarlo libre y extenderlo, lo piensas, impides que el milagro ocurra. No debes pensarlo, debes sentirlo.
¿Qué es un Milagro: Milagro es aquello que de pronto, algo que creías era imposible, ahora resulta que en un abrir y cerrar de ojos tu hijo colabora en casa, se sienta a conversar contigo, mejora las notas en la escuela, presta más atención y tú piensas ¿qué pasó? Esto es un Milagro. Sí. De hecho, lo es, y lo has logrado tú.
Hay quienes prefieren llamarle “Mis-logros”
En ese instante preciso y concentrado, cargas toda tu energía. No es lo mismo cargar ese instante con emociones de rabia y miedo que hacerlo con un sentimiento de paz y amor.
Son dos instantes totalmente diferentes que conducen a consecuencias completamente distintas. Entre esas consecuencias, una es que ocurra un milagro todos los días en tu vida, mientras que la otra es continuar con más de lo mismo.
Estás a una decisión de distancia, a sólo un instante que marca el futuro que deseas para tus hijos.
Silvia Anair Aguirre
@escuelaindigocarmelo.



